Por Omar Ureña
Chicago, IL., 31 de Marzo de 2023.
La historia de equipos del Poli contra novatos de universidades de División 1 inició a mediados de los años 1950’s. Fue Manuel ‘El Gallo’ Rodero quien decidió enfrentar a uno de los equipos más importantes del fútbol americano colegial, los legendarios Huracanes de la Universidad de Miami. En 1956 Miami ganó ocho juegos y fue a un tazón en años consecutivos por primera vez en su historia, reclamando venganza a Clemson por el 14-0 en el Gator Bowl.

Un gran Huracán de Miami, el LB Reuben Mills, fue parte del equipo de novatos en 1957. Este linebacker describe que a los novatos solo se les permitía jugar 6 partidos. Para él fue difícil enfrentar a un equipo Varsity como lo eran los Burros Blancos del IPN, sobre todo como visitantes en la Ciudad de México.
“Somos solo un equipo de novatos, jugarlos representó un gran reto para nosotros. El equipo que representaba México estuvo muy bien coacheado…¡Y jugó muy duro!”
Para esos Huracanes jugar en el Estadio de la Ciudad de los Deportes, atiborrado con boletos agotados, era toda una experiencia cultural. Dentro de sus actividades extra football los jóvenes Huracanes presenciaron una corrida de toros en la Plaza México. El día del juego en el estadio contiguo se sucedió una reñida batalla en la que los Burros Blancos del IPN derrotaron 9-6 a los novatos de la Universidad de Miami.
Para Mills fueron juegos intensos. El fue un aguerrido LB jugando y admiraba a su entrenador, Matt Thernes, quien se enfundó como jugador con el jersey de Notre Dame.
LOS CHEYENNES DEBUTAN EN LIGA MAYOR EN EL ORANGE BOWL
En 1958, el IPN decidió partirse en dos, los Cheyennes de ESIME-COMERCIO y los Búhos de ESIA-MEDICINA. Antes de que los Cheyennes se enfrentaron a los Pumas y a los Búhos, decidieron empezar fuertes y enfrentar al equipo icónico independiente, los Huracanes de la Universidad de Miami. Así de bravos eran los Cheyennes del Poli Blanco.
El Head coach de Miami, Andy Gustafson, dibujó las opciones de la formación Split-T que se basaba en el bloqueo de zona y el poderío del fullback. En un viaje previo a tierra azteca el coach Gustafson ya se había convertido en Teyaotlani del football para instruir la formación ‘T’ abierta que sembró en Miami para ser cosechada posteriormente en México por los Burros Blancos del Politécnico.
A Rodero y sus jugadores no les importó y aceptaron el desafío. Los Cheyennes enfrentaron a los Huracanes con valentía y coraje. Era el 19 de septiembre y estaba por iniciar el juego para la tribu de Zacatenco en el Orange Bowl. La batería sonaba en los corazones de los Cheyennes, el ritmo del rock and roll y el mambo que tocaban en las fiestas, esos fueron los pasos seguros con los que llegaron al pisar el emparrillado del icónico estadio.
Eran las 4 de la tarde, hora del kick off inicial, y el Orange Bowl parecía una antorcha verde y dorada, los estudiantes absorbieron la fiereza de sus Huracanes y concertaron una cita para ver a los novatos del equipo clasificado número 17 de la nación enfrentar a un equipo de México. Para Carlos Díaz Ibarra, legendario LB y centro de los Cheyennes, la bienvenida no fue la mejor para la tribu del “Gallo” Rodero por parte de sus aficionados, arremetiendo de forma deplorable al contingente del Politécnico Blanco.
Los novatos de Miami tenían en su contingente a 5 jugadores All Conference, 6 All District y 7 jugadores All State. Apenas una semana antes habían perdido 18-0 ante el equipo varsity de los Huracanes. Esa tarde en el campo del Orange Bowl Cheyennes dominó a su rival pero no pudo ganar. Rodero es un coach que no conocía límites y se enfrentó a los mejores de EU. Fue una batalla sangrienta.
La intensidad fue tan grande que los Cheyennes perdieron a su QB Mario Salum con una lesión en el tobillo, el siguiente QB, Sergio Cuevas, también fue abatido con una lesión en la rodilla. Antes de salir lesionado, Mario Salum sorprendió a los profundos de los Huracanes y lanzó un espectacular pase de 41 yardas que fue atrapado por Gilberto Cervantes para touchdown de los Cheyennes, quienes dejaban el corazón en el emparrillado del Orange Bowl. La otra anotación fue por conducto de Stalin Vacaseydel.
Los Cheyennes continuaban cayendo en el amargo combate, Rosendo ‘Mongol’ Hernández abandonó el emparrillado con el tobillo dislocado y para rematar, Orlando Camacho salió con la tibia y peroné destrozados. Estos Cheyennes dieron todo ante unos jugadores de Miami destinados al éxito como colegiales.
Después de esa batalla en el Orange Bowl el Coach Rodero se había ganado el respeto del coach Gustafson, quien rompió protocolos y se dirigió a los vestidores de los Cheyennes del Poli Blanco para felicitarlo y admitir lo duro que había sido ese encuentro para sus muchachos.
Los novatos de los Huracanes de Miami y los Cheyennes de ESIME-Comercio empataron 14-14. Aun con el empate el coach Gustafson admitió que los pupilos del coach Manuel Rodero fueron mejores que los Burros Blancos que los derrotaron en 1956 y 1957.
Ese fue el reconocimiento a esos guerreros Cheyenne, varios de ellos recién ingresados en septiembre del 2022 al Salón de la Fama del IPN. Para el mismo Carlos Díaz es un regocijo saber que sus hazañas en el emparrillado son recordadas y fue una experiencia sensacional recibir este reconocimiento de parte de Actividades Deportivas del IPN, del Coach José Antonio Sandoval y del Director del IPN, Dr Arturo Reyes Sandoval.
La lucha contra los Huracanes motivó a los Cheyennes a ser el mejor equipo de Liga Mayor en México en ese 1958. Su temporada fue contundente, y se coronaron Campeones Nacionales tras vencer 20-0 a sus hermanos de institución, los Búhos.
Rodero salió del IPN en 1968 y al año siguiente formó un nuevo equipo, unos Cheyennes independientes. Así con ese coraje, salieron de verde y blanco en 1969, sin embargo, por orden del IPN, en 1971 Rodero se vio forzado a cambiar el nombre, así el nuevo mote de la Tribu del “gallo’ era el de Pieles Rojas, equipo que no representaba a ninguna institución educativa y convertirse así, en un club que luchaba en nombre de Acción Deportiva.
LOS PIELES ROJAS RETAN A NOTRE DAME EN 1971
Para Rodero no había imposibles. El sueño ahora era mayúsculo con su nuevo equipo. 14 años después de empatar en Miami, Rodero aceptaba un reto aún más grande, decidió irse por todo. Logró animar a sus jugadores en la noche en que Notre Dame llegó a la Ciudad de México a enfrentar a la tribu de Rodero en el Estadio Azteca. Un año antes las hordas irlandesas habían cerrado la temporada reventando al No.13 Georgia y al No.7 LSU, ese año también plancharon a Army 51-10.

Los muchachos novatos de Notre Dame llegaban a México con la sangre que hervía. Para estos chicos era desquitarse del castigo que semana a semana eran impuestos por el primer equipo de los Irlandeses Peleadores. Fue una noche sacrílega, un acercamiento al cosmos y a la muerte, fue la euforia y la decapitación y 38,000 aficionados fueron testigos de este juego. Los irlandeses llegaron convencidos de que enfrentarían a los All Stars de México y salieron con la firme intención de aplastar a sus oponentes.
Es una batalla épica y dolorosa de Manuel Rodero que nos dice que para él no había límites. Es el honor a los colores naranja y blanco de Texas. Ese mismo año, el 13 de octubre los irlandeses llegaron como el No.7 y le daban un sacrificio a los Huracanes de Miami. Eran los tiempos en que Poli y UNAM enfrentaban a equipos extraordinarios de los Estados Unidos.
Los enormes jugadores saltaban al campo para destrozar , su sed era inmensa en tierra de Tláloc. Su objetivo era detener y dejar sin plumas a los mexicanos, los Pieles Rojas deciden a ir a este pandemónium Náhuatl e Irlandés. Los Pieles Rojas abrían en el backfield con Sergio Chagary Cosio quien fue lanzado al ruedo del estadio azteca con sus 74 kilos. Al frente tenía confianza de que sus linieros pudieran abrir huecos con Rito Calzada Saldaña, un guard de 79 kilos. No había forma de abrir esos huecos ante una muralla dorada y azul anclada con el TD Kevin Nosbusch, 1.95 m y 115 kilos de músculos tan duros como el oro. Del otro lado estaba John Roscoe, de 1.95 m y 108 kilos.
Gigantes irlandeses con LB ‘s poderosos como John Freeman y Greg Cortina, auténticas balas humanas con casco dorado impactando y frenando. Las huestes guerreras mexicas no fueron suficientes para detener a los irlandeses peleadores en suelo azteca. La ofensiva de South Bend estaba hiriendo a los Pieles Rojas como si fuera un sacrilegio a la tradición ganadora del Poli. Daniel Carranza Reyes salió en camilla destrozado. Algunos de los touchdowns irlandeses fueron anotados por el HB Ron Goodman quien se despachó con 4 anotaciones.
La estampa de aquel encuentro de 1971, del que los Pieles Rojas no saldrían vivos, fue una masacre. Los nobles muchachos Pieles Rojas eran unos chavalos enfrentando a máquinas demoledoras de Notre Dame. Los guerreros azul y oro que jugaron sabían lo que es enfrentar adversidad y poseer agallas. Este grupo fue una bestia y su llamado era demostrar que tenían derecho a portar el jersey azul marino con el equipo grande de Notre Dame.
Este es momento para la reflexión y ahora que los equipos del Politécnico cuentan con mejores atletas…¿Sería posible un encuentro entre estos equipos? ¿Tal vez un Tazón ‘Selección IPN vs Novatos de Notre Dame? Si en este momento la generación 2023 y 2024 de los Irlandeses vinieran a México a enfrentar a la selección de IPN. ¿Sería una masacre como la de 1971?…de cualquier modo, la experiencia sería única.
Imaginen al Mr Football 2022 de Indiana, Drayk Bowen enfrentando como LB al corredor Julio César Hurtado de los Burros Blancos. ¿Qué hay de Braylon James? El abierto novato de Notre Dame proveniente de Texas que en preparatoria logró 1,795 yardas como receptor…¿Habría algún jugador del Politécnico que lo alcance? Seguramente el CB de las Águilas Blancas, José Pablo Sánchez Martínez, aceptaría el reto con orgullo.
Pero ese día infame en el Azteca fue una aprendizaje gracias al ‘Gallo’ Rodero. Los embates dorados siguieron con touchdowns de Bob Sweeney y Chuck Kelly. Notre Dame fue una aplanadora corriendo y dominando, su ofensiva avanzó a Pieles Rojas 800 yardas. Luego siguió Bake, que arrastró defensivos Pieles Rojas cuando anotó en carrera de seis yardas. Clements lanzó solo cuatro pases, dos de ellos para touchdown. La defensa del domo dorado solamente permitió 127 yardas a los Pieles Rojas, interceptaron siete ocasiones y recuperaron cuatro balones sueltos.
El marcador fue 82-0 a favor de Notre Dame. A pesar de la salvaje carnicería en el Azteca este juego preparó a estas generaciones de Irlandeses y Pieles Rojas. El abierto de Notre Dame, Wayne Bullock (3), quien como jugador de 3er año, lideró a los Irlandeses Peleadores de 1973 con 752 yardas terrestres y 11 touchdowns. Los chavos de Notre Dame que jugaron en México fueron campeones nacionales 3 años después. En 1973 los irlandeses ganaron uno de sus 11 títulos nacionales, coronando una temporada de 11-0 con una victoria de 24-23 en el Sugar Bowl sobre Alabama, el mejor clasificado.
Wayne Bullock fue una selección de quinta ronda de los San Francisco 49ers de la NFL en 1974. Tom Clements fue QB durante 12 temporadas en la Canadian Football League, siendo el MVP de la liga 1987 y dos veces campeón de la Copa Grey en 1976 y 1984.
Por su parte los novatos de Pieles Rojas enfrentarían en la final de 1975 a los Borregos Salvajes del Tec de Monterrey. Notre Dame en 1924 contaba con sus cuatro jinetes galopantes, en 1975 se vivió una tarde en la que, bajo el sol en la Colonia Nápoles, los cuatro corredores de Pieles Rojas hicieron historia. Jorge Aguilar se encontraba detrás de una línea ofensiva que derribaba sin misericordia a los Borregos para abrirle paso a Agustín Aguila, poderoso fullback, y a los sagaces Francisco Hernández y José Luis Martínez Macías , así como el poderoso Roberto de Leo. Entre estos 4 legendarios corredores superaron las 4,000 yardas por tierra en la temporada.
En el otro lado del ovoide Francisco “come fierros” Espinoza simplemente impactó a los regiomontanos como metal pesado. La Tribu de Manuel Rodero le pegó 52-13 a los Borregos Salvajes del Tec de Monterrey en el emparrillado del Estadio de la Cd. de los Deportes. Los Pieles Rojas de Acción Deportiva fue el segundo equipo independiente no representativo de una institución educativa que se convirtió en campeón de Liga Mayor. Así de grandes eran los Pieles Rojas, sin ‘achicopalarse’ ante nadie. Los Cheyennes de ESIME COMERCIO y los Pieles Rojas de Acción Deportiva, dos tribus heroicas que con coraje dibujaron en la adversidad, jugadas heroicas para la posteridad.